La crisis económica y la necesidad de generar nuevos ingresos ha hecho que la segregación de una vivienda se convierta en una opción cada vez más habitual. Cuando se tiene una vivienda grande, dividirla puede ser la mejor opción para alquilarla o vender esa parte y tener unos ingresos extra. Pero, ¿en qué consiste exactamente la segregación de una vivienda y en qué se diferencia con la separación? Te lo contamos.
Segregación de una vivienda y separación: diferencias
Un proyecto de segregación de una vivienda consiste en modificar el registro de un inmueble, seleccionando una parte y separándola, creando un nuevo inmueble independiente.
Se segrega una vivienda cuando el inmueble original es modificado pero continúa existiendo. Es decir, donde antes solo estaba el inmueble original ahora pasa a haber dos: el original modificado, y el nuevo, constituido por la zona segregada del anterior. A efectos prácticos esto supone que se debe inscribir en el registro de la propiedad la nueva vivienda, pero también hacer constar mediante una nueva inscripción las modificaciones que en cabida y forma se han producido como resultado de tal segregación.
En cambio, con la división de vivienda el inmueble original deja de existir. A efectos registrales, con la división la anterior vivienda desaparecía y en su lugar aparecerían dos nuevas.
¿Qué permisos son necesarios para una segregación de un inmueble?
El primer paso para segregar una vivienda es consultar la normativa y conseguir el permiso para hacerlo. Una vez que también se tengan los permisos de la comunidad, un técnico debe asegurarse que el proyecto es viable, y de ser así redactar el proyecto de ejecución y presentarlo en el ayuntamiento junto al permiso de la comunidad.
El ayuntamiento será el encargado de dar la licencia de obras, momento en el que se puede comenzar con la segregación del inmueble.
Finalmente, cuando terminen las obras hay que entregar al ayuntamiento el certificado final de obra y el proyecto con el estado definitivo. Los técnicos municipales visitarán la vivienda para comprobar que las obras son fieles al proyecto, y conceder a la vivienda una licencia de primera ocupación y una cédula de habitabilidad. Con estos trámites el nuevo inmueble ya se considera una vivienda nueva.
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